Las creencias populares se encuentran bastante arraigadas dentro de numerosas culturas alrededor del mundo.
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¿El mal de ojo en realidad existe?
Por lo general, dichas creencias poseen un punto de leyenda, el cual termina mezclados con la realidad, logrando así que pasen de generación en generación.
Entre estas creencias, suele destacar el mal de ojo que, pese a no haber sido comprobado científicamente, aún numerosas personas consideran que es real.
¿Qué es el mal de ojo?
Consiste en una creencia popular relacionada con la capacidad que posee una persona de generar mal sobre otra, únicamente con la mirada, algo así como un tipo de maldición la cual ha logrado transmitirse con el paso de los años.
Cabe mencionar que aquellas personas que dicen tener mal de ojo, suelen experimentar mala suerte y en ciertos casos, también padecen ciertas dolencias inexplicables.
No existen datos reales que avalen la verdadera existencia del mal de ojo, al igual que tampoco se conoce con certeza cómo y/o cuándo apareció por primera.
Sin embargo, se cree que proviene de Medio Oriente, a partir de diversas leyendas relacionadas con la capacidad de ciertos dioses para generar mal de ojo con solo ver a la persona.
Hay que decir también, que el mal de ojo está entre las creencias más antiguas que existen en el mundo, encontrándose presente dentro de distintas culturas.
En este sentido, por ejemplo, dentro de la región siria de Tell Brak, se consiguieron amuletos para hacerle frente, cuyo origen se considera que se remonta al año 3,500 a.C.
Según la creencia popular, el mal de ojo consiste en la energía negativa que una persona es capaz de transmitir a otra mediante la mirada consciente y/o deliberada; y quienes se ven afectados por dicha energía pueden llegar a experimentar diversos signos o síntomas.
Y aunque, como ya mencionamos, a nivel científico jamás ha sido posible comprobar su existencia, en la actualidad existen cientos de personas alrededor del mundo que aseguran que es real.
Muchos científicos consideran que se trata de un mito, mientras que hay ciertos expertos que aseguran que el mal de ojo puede llegar a generar daños psicológicos entre aquellas personas que creen en su existencia, dado que las víctimas suelen presentar una mayor vulnerabilidad mental, lo cual podría desencadenar diversos síntomas físicos.
Algunos aspectos acerca del mal de ojo
Esta antigua creencia ha logrado extenderse a distintas culturas que, pese a presentar algunas variaciones, mantienen lo esencial en cuanto a la idea del mal de ojo, es decir, la capacidad que posee una persona para hacer mal con su mirada.
Así, existen ciertos países orientales que, por ejemplo, consideran que quienes poseen ojos de color claro son más capaces de producir mal de ojo, ya que creen que tienen un nivel de envidia tan grande que podrían hechizar a cualquier persona al verla.
Esto se vincula al hecho de que, de acuerdo con la tradición, el mal de ojo se sustenta a través de los sentimientos negativos y/o la envidia, pero algunos suelen creer que el mal de ojo también se apoya en sentimientos positivos por parte de esa persona.
De cualquier manera, se cree que el mal de ojo es una condición física y emocional, relacionada con la salud mental, la cual podría ser generada tanto de forma intencional como totalmente involuntaria.
Síntomas causados por el mal de ojo
Resulta necesario señalar, de igual manera, que de acuerdo con quienes apoyan la existencia del mal de ojo, el mismo es capaz de causar diversos síntomas que suelen presentarse con mayor fuerza entre quienes creen en él.
Pero en el caso de quienes no consideran que se trata de algo real, no suelen verse afectados de ningún modo.
En este sentido, entre los síntomas generados por el mal de ojo se encuentran los siguientes:
- Constante sensación de malestar.
- Gran nivel de nerviosismo, el cual podría causar mareos, náuseas y/o vómitos.
- Problemas para descansar adecuadamente.
- Gran sensación de temor sin conocer el motivo.
- Inesperada sensación de paranoia, sin motivo aparente.
Finalmente, cabe mencionar que se dice que este mal no afecta únicamente a las personas adultas, sino también a los bebés y niños pequeños, llegando incluso a afectar su salud de forma alarmante.